El agua, elemento esencial para la vida


PALABRA Y VIDA (Domingo, 17/06/2012)

Con motivo de la actual crisis económica, se ha dicho que todos debemos hacer un esfuerzo para educarnos en un estilo de vida más austero, valorando las cosas pequeñas y compartiendo lo poco que tenemos, con nuestro testimonio en el día a día. Hoy quisiera sugerir unas reflexiones sobre el uso responsable del agua, como una expresión de esta actitud austera y a la vez solidaria.

Me da pie a hacerlo la celebración del VI Forum Mundial del Agua, que tuvo lugar el pasado mes de marzo en Marsella. Se trata de un encuentro que cada tres años organiza el Consejo Mundial del Agua, que reúne a entidades privadas y estatales para analizar y promover una visión realista y solidaria de este elemento tan necesario para la vida.

El tema de este encuentro fue precisamente: "El agua, un elemento esencial para la vida". En él participó la Santa Sede a través de una delegación y el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz presentó la ponencia que motiva este comentario. En primer lugar, la ponencia presenta una síntesis histórica del largo camino seguido hasta el reconocimiento del derecho a disponer del agua potable, algo asumido ya por la comunidad internacional. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, publicado el año 2004, afirma que "el derecho al agua, como todos los derechos del hombre, tiene su fundamento en la dignidad humana y no es una valoración de tipo meramente cuantitativo", y añade que "es un derecho universal e inalienable".

Con notable realismo, en la segunda parte de la ponencia, se analiza la situación actual en lo referente al acceso de los pueblos al agua potable y se reconocen las muchas carencias existentes en este aspecto. Se considera que más de 900 millones de personas no disponen de agua suficientemente depurada para no comprometer la salud de sus usuarios. Según la Organización Mundial de la Salud, esta carencia afecta al 84% de la población mundial.

En su última parte, la ponencia de la delegación de la Santa Sede formula algunas propuestas de actuación para poder avanzar ante este grave problema que afecta a mucha gente. Recuerda que el derecho al agua potable ha sido reconocido, pero que los progresos para que sea ejercido en la vida práctica son lentos. Cabe aplicar, también en este punto, el principio de la Doctrina Social de la Iglesia del destino universal de los bienes, por lo que pide que el agua sea reconocida como "un bien común mundial".

El documento del Vaticano no olvida que la gestión del agua no es un problema que ataña sólo a los técnicos, a los políticos o a los administradores de los recursos públicos. "Es y debe ser --afirma- una preocupación de toda la sociedad civil, que conserva la responsabilidad última en este punto. Por ello, cuando la comunidad política no se muestra capaz de cumplir su función, la sociedad civil tiene que movilizarse para que se logre este objetivo".

La conclusión práctica de estas reflexiones no puede ser otra que imponernos todos un uso austero, responsable y solidario del agua. Cuando millones de personas no disponen de agua en cantidad y en calidad suficientes, la Iglesia, en el Forum Mundial de Marsella, elevó una voz que podemos resumir en dos palabras: sobriedad y solidaridad.

† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona