Luz para la Nueva Evangelización


PALABRA Y VIDA (Domingo, 03/06/2012)

Coincidiendo con el domingo dedicado a la Santísima Trinidad, la Iglesia celebra la Jornada conocida como Pro Orantibus,es decir, por aquellas personas que rezan, y en especial por los monjes y las monjas de vida contemplativa.


En este mundo de hoy hay hombres y mujeres que se sienten llamados a dedicar toda su vida a la alabanza de Dios, a la oración de intercesión por sus hermanos y hermanas del mundo, al trabajo y a la comunidad en el seno de un monasterio contemplativo. Son chicos y chicas que han tomado esta decisión para toda la vida y que son muy felices.

Los jóvenes llamados por Dios a la vida contemplativa son personas que aman la vida, son solidarios con los hermanos y, desde su vocación, están también comprometidos en la transformación del mundo. La vida contemplativa en un monasterio de ningún modo es una evasión del mundo, un desentenderse de la sociedad, porque la vida contemplativa es expresión del amor a Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar a la humanidad.

¿Habéis visitado alguna vez una comunidad contemplativa? Es una buena experiencia que interpela y suscita muchas preguntas. Como por ejemplo: ¿Qué valor damos a Dios en nuestra vida? ¿Cómo creemos que se relacionan Dios y la creación, Dios y la vida? Y también estas otras, no secundarias: ¿Qué lugar ocupan la oración y el silencio en nuestra vida personal y familiar, y si valoramos suficientemente el sentido de adoración, de plegaria y de silencio en la vida de las comunidades cristianas?

Si damos una respuesta a estas preguntas, entenderemos y valoraremos las vocaciones contemplativas, y la vida y el testimonio --a menudo silencioso- de nuestros monasterios femeninos y masculinos. En nuestra sociedad, tan secularizada, las comunidades monásticas son ciertamente signos de la presencia de Dios en el mundo, de la trascendencia de nuestra vida humana, de la importancia y necesidad del silencio, la reflexión y la vivencia de la propia identidad.

He visitado de nuevo los monasterios de nuestra archidiócesis de Barcelona. Podríamos decir que les he hecho una visita pastoral, como las que los obispos hacemos periódicamente a las parroquias y otras instituciones de la Iglesia del obispado que tenemos encomendado. Al hacer estas visitas he quedado admirado del sentido de Iglesia y de la vocación de servicio a la comunidad diocesana de estas personas.

He tenido ocasión, haciendo estas visitas, de agradecerles el servicio que prestan a la Iglesia local de Barcelona, y me ha parecido que así hacía un acto de justicia en nombre de toda nuestra Archidiócesis. Con nuestro Plan Pastoral Diocesano y con iniciativas como la Misión Metrópolis y el Atrio de los Gentiles, deseamos hacer presente el Evangelio y la Persona de Jesucristo en la vida de los hombres y las mujeres de hoy. Pero somos conscientes de que los frutos de estos esfuerzos tan sólo pueden venir de Dios mismo, quien puede abrir, con la gracia del Espíritu Santo, las conciencias de los hombres y las mujeres de hoy a escuchar, acoger e intentar vivir de acuerdo con su Palabra. Sólo Dios puede hacer realidad la conversión cristiana como fruto de la evangelización. Por ello, el lema de esta jornada dice así, citando el salmo 34,6: "Contempladlo y quedaréis radiantes."

Muchas gracias, hermanos contemplativos y hermanas contemplativas. Desde el silencio, la adoración y la plegaria, nos recordáis el primado de Dios y por ello vosotros sois "la luz de la Nueva Evangelización".

† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona