Cristianos perseguidos



PALABRA Y VIDA (Domingo, 20/01/2013)

En este Año de la Fe que estamos celebrando no podemos olvidar a los cristianos perseguidos a causa de su fe. Aunque los medios de comunicación hablen poco de ellos, la verdad es que con frecuencia los cristianos son víctimas de la violencia. Benedicto XVI, en el mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del año 2011, escribió lo que sigue: "Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones por causa de su fe".


Un día es la noticia del asesinato del ministro para las Minorías de Pakistán, Shahbaz Bhatti. Este cristiano vivía en un clima de inseguridad y temía por su vida. Sin embargo, no dudó en declarar: "Quiero vivir por Cristo y por él quiero morir. No vivo con ningún miedo en este país". Otro día es la noticia de la muerte de misioneros o misioneras. O de cristianos laicos, como Asia Bibí, condenada a muerte por blasfemia en Pakistán.

Estos hechos son una gran lección para nosotros, cristianos cómodos. Testimonios como el del ministro Bhatti, un hombre de fe, que no duda en poner en riesgo su vida, pero que no renuncia a la esperanza de cambiar su país. "Con el amor a los pobres de cualquier religión --había declarado- hemos construido puentes de solidaridad. Esto producirá un cambio positivo: las personas no se odiarán, no matarán en nombre de la religión, sino que se amarán unos a otros". ¿Se trata de una ilusión? Desde la fe hemos de responder que no.

Últimamente son noticia los cristianos de Nigeria i del norte de Mali que están sufriendo atentados. Son muy numerosas las páginas dolorosas como éstas. Los cristianos nacieron sufriendo persecuciones y en los siglos XX i XXI vuelven a ser víctimas de la violencia. El beato Juan Pablo II, el año 2000, haciendo memoria de los nuevos mártires del siglo XX, dijo de ellos: "Allí donde el odio parecía contaminar toda la vida, sin la posibilidad de escapar de su lógica, ellos han puesto de manifiesto que el amor es más fuerte que la muerte".

El odio hacia los cristianos pone de manifiesto que la fuerza del mal en este mundo es muy grande. Pero la vida de estos nuevos mártires de la fe muestra que la vida cristiana, vivida con sentimientos de paz y de fraternidad con todos, es una alternativa al mal y a la lógica del odio. La persecución nos revela la profundidad y la fuerza pacífica del cristianismo, a nosotros y a los mismos perseguidores.

El hecho de que haya en el mundo de hoy hombres y mujeres creyentes que sufren y mueren por su fe es para nosotros, cristianos cansados y temerosos de los países europeos, una gran lección. Y es también una esperanza. Desde los primeros siglos, la Iglesia vivió de la convicción que "la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos".

Esta es la esperanza que nos dan estos hermanos y hermanas perseguidos. Que su recuerdo y nuestra solidaridad vayan acompañados de la esperanza de que las religiones se respeten entre ellas, encontrando en el fondo de cada una de ellas el mensaje de la paz y la convivencia en el respeto a las diversidades de todas clases.

† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona