Custodiar al anciano y al enfermo


PALABRA Y VIDA (Domingo, 05/05/2013)

En este domingo sexto de Pascua la Iglesia celebra el Día del Enfermo, que este año está centrado en la parábola del buen samaritano y tiene como lema las palabras de Jesús al final de la parábola: "Vete y haz tú lo mismo" 
(Lc 10,37). Con este motivo, deseo proponer unas reflexiones que son válidas para todo enfermo y de manera especial para el anciano enfermo.

Vivimos en una sociedad que envejece rápidamente. Esto provoca un aumento de las necesidades de los ancianos, especialmente cuando estas personas viven un proceso de deterioro. Ha aumentado la esperanza media de vida, aunque no siempre va acompañada de una adecuada calidad de vida.

La cultura actual no favorece que el anciano enfermo sea valorado como tal y que se tenga en cuenta su historia vital. Fácilmente nuestra sociedad, interesada por la eficacia, por la productividad y por el éxito, no deja espacio a quienes representan el pasado y se van convirtiendo en una carga pesada para su entorno. En la cultura actual, quien no tiene un espacio definido no tiene identidad.

Sin embargo, también hay realidades y signos de esperanza en la valoración y en la atención a los enfermos en general y a los ancianos enfermos, a pesar de las limitaciones obligadas y penosas que comporta la situación actual de crisis económica con los recortes en los recursos disponibles. Hay que destacar la aportación de muchas instituciones y de muchos profesionales que cuidan y hacen más humana la vida de aquellas personas que lo van perdiendo casi todo.

La Iglesia ha hecho y sigue haciendo un papel considerable en este campo. Muchas congregaciones están presentes en este ámbito asistencial y realizan en él la función del buen samaritano. También las parroquias se hacen cargo de la asistencia espiritual a los enfermos, contando a menudo con la colaboración desinteresada de personas que hacen este valioso servicio.

Los cristianos no podemos olvidar nunca estas palabras de Jesús: "Todos lo que hacéis a uno de estos mis pequeños hermanos, a mí me lo hacéis". Con motivo de la celebración del Día del Enfermo, me parece que es oportuno recordar unas palabras del nuevo papa Francisco en la homilía de la misa del comienzo de su pontificado, que coincidió con la fiesta de San José. Tomando como punto de partida el hecho de que el santo patriarca fue el custodio de Jesús y de María, el Papa nos pidió que nos esforcemos en custodiar toda la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: tener una actitud de respeto hacia todas las criaturas de Dios y también del entorno en que vivimos. Y sobre todo nos pidió un esfuerzo "para custodiar a las personas, para preocuparse por todos y por cada uno, con amor, y de manera especial por los niños, los ancianos y los que son más frágiles, que con frecuencia quedan relegados a la periferia de nuestro corazón".

+ Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona