PALABRA Y VIDA (Domingo, 22/07/2012
El domingo de Pentecostés, en el momento de la oración del Ángelus, el Papa Benedicto XVI anunció algo que debiéramos entender muy bien. Anunció que el próximo domingo 7 de octubre, día en que se abrirá la asamblea del Sínodo de los Obispos sobre “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, declarará dos nuevos doctores de la Iglesia, un hombre y una mujer: san Juan de Ávila y santa Hildegarda de Bingen.
¿Qué nos ha querido expresar el Santo Padre con esta
decisión? Me parece que la respuesta es clara: nos quiere decir aquello que ya
afirmó el Sínodo del año 1985 en su documento final: “Los santos y las santas
han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más
difíciles de la historia de la Iglesia”.
Poner el esfuerzo evangelizador de la Iglesia actual bajo el
signo de la santidad es una opción llena de consecuencias. Y el Papa es muy
consciente de ello. Como es también muy consciente de la fuerte crisis de fe y
de práctica religiosa, sobre todo en las naciones de Europa. Así pudo afirmar
en su discurso ante la Curia Romana del pasado 22 de diciembre, con motivo de
las fiestas navideñas: “No sólo los fieles creyentes, sino también otros
ajenos, observan con preocupación cómo los que van regularmente a la iglesia
son cada vez más ancianos y su número disminuye continuamente; cómo hay un
estancamiento de las vocaciones al sacerdocio; cómo crecen el escepticismo y la
incredulidad”.
Ante este diagnóstico tan realista, el Papa se preguntaba:
“Ante tal situación, ¿qué debemos hacer? Hay infinidad de discusiones sobre lo
que se debe de hacer para invertir la tendencia. Ciertamente, se deben hacer
muchas cosas. Pero el hacer, por sí solo, no resuelve el problema. Como afirmé
en Friburgo –añadió el Santo Padre- el núcleo de la crisis de la Iglesia en
Europa es la crisis de fe. Si no hallamos una respuesta a ella, si la fe no
adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias
al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces”.
Aquí tenemos la explicación de la iniciativa de Benedicto
XVI de convocar a partir del próximo 11 de octubre para toda la Iglesia un
especial “Año de la Fe”. Esto explica también la proclamación de estos dos
nuevos doctores de la Iglesia –que son como los grandes maestros de la fe
cristiana- coincidiendo con la apertura de los trabajos del Sínodo sobre la
evangelización.
San Juan de Ávila, que vivió en el siglo XVI, es un eminente
representante de la reforma católica en nuestro país; él unió santidad y
evangelización. Estuvo en contacto con grandes reformadores católicos como
santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, y evangelizó sobre todo las
tierras de Andalucía.
Santa Hildegarda de Bingen fue una monja benedictina de la
época medieval. También ella, desde una profunda espiritualidad, inspirada en
la Biblia, impulsó la reforma en su Renania natal. Su nombre se une a los
nombres femeninos presentes entre los doctores de la Iglesia: Teresa de Jesús,
Catalina de Siena y Teresa del Niño Jesús.
Ante la actual crisis de fe, debemos reafirmar que la
auténtica renovación de la Iglesia nace de la santidad. Y su reforma, siempre
necesaria, depende del enriquecimiento de la inteligencia de la fe, camino
necesario para que el cristianismo responda a las necesidades de los hombres y
mujeres de hoy.
† Lluís
Martínez Sistach