Maria, mujer de fe



PALABRA Y VIDA (Domingo, 11/08/2013)

El próximo jueves celebramos la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, día en el que muchas ciudades, villas y pueblos de Cataluña celebran su fiesta mayor. Con motivo del Año de la Fe que estamos celebrando en toda la Iglesia por indicación de Benedicto XVI, parece oportuno reflexionar sobre esta fiesta --también llamada la Pascua de María- como la culminación de su itinerario y del hecho de haber sido, durante toda su vida terrenal, la mujer de la fe.

María fue embellecida por Dios porque fue escogida para ser la madre de su Hijo. La llena de gracia, preservada de todo pecado, fue asunta al cielo en cuerpo y alma. Estos dones divinos que recibió María no la separan de nosotros. Ella, por voluntad de Jesucristo en la cruz, es nuestra madre, y lo que ella ha recibido lo esperan todos los cristianos.

Las palabras que Isabel dirigió a María nos acercan muchísimo a esta joven de Nazaret: "Bienaventurada tú que has creído". Es la gran alabanza de la fe de la Madre de Dios. Es el reconocimiento de que su mayor grandeza radica en su vida de fe.

Benedicto XVI, en su carta apostólica sobre el Año de la Fe, quiso confiar a María los frutos de este tiempo de gracia, su última propuesta a toda la Iglesia antes de su renuncia. Y en la carta titulada "La puerta de la fe" glosa la vida de fe de María, desde que acogió la palabra del ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios hasta que, con la misma fe, siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario. Y añade que "con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón, los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo".

Todos hemos podido ser testigos, durante estos últimos meses, del hecho que el papa Francisco es profundamente devoto de la Virgen María, como lo ponen de relieve tantos gestos suyos, en especial su reciente peregrinación al santuario de la Inmaculada Concepción de Aparecida, patrona de Brasil, con motivo de su viaje a Río de Janeiro para presidir los actos finales de la Jornada Mundial de la Juventud.

En los momentos actuales, de tanta crisis de fe, es bueno que dirijamos la mirada a María, la mujer de fe. La fe de María fue total, firme, serena, en medio de las dificultades y las oscuridades. Los cristianos estamos llamados a vivir también la aventura de la fe. María es nuestro modelo en la peregrinación que hacemos hacia la Jerusalén celestial. La fe es un don de Dios, pero también pide una respuesta nuestra. Y esta respuesta no nos ahorra incertidumbres, dificultades, contrariedades o sacrificios. Superar todo esto con la mirada puesta en Dios es la condición indispensable para poder merecer, como María, la bienaventuranza de la fe.

Que esta fiesta de María, en medio del verano, nos obtenga que durante los próximos meses sean muchos los que, "fijando la mirada en Jesucristo", se acerquen a él y experimenten la misericordia del Padre que sale al encuentro de cuantos se acercan a él.


† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona