Hambre y malnutrición en el mundo - Domingo 9 de febrero de 2014


La realidad de nuestra humanidad es cruda: hay hambre en el mundo y muchas personas mueren de hambre cada día. Un año más, la organización católica Manos Unidas nos sensibiliza sobre esta triste y humillante realidad. Su conocida campaña contra el hambre llega a la edición número cincuenta y cinco, y tiene como lema: " Un mundo nuevo, proyecto común”.

Ante el progreso científico y técnico de nuestro mundo nos podemos preguntar: ¿el avance es el mismo por lo que se refiere al humanismo? ¿Somos hoy más humanos? ¿Nos sentimos más hermanos unos de otros?
Todos amamos la vida humana y todos deseamos que cada persona la pueda conservar y desarrollar con calidad. Para lograrlo, es necesaria una actitud decidida de solidaridad generosa, es decir, de caridad
cristiana. Y esto se consigue si uno se acerca a la realidad del hambre y del sufrimiento humano del hermano.

El samaritano del Evangelio que ayudó al herido que yacía al borde del camino lo hizo porque se acercó, lo vio y se compadeció de aquel hermano suyo. Si vemos a nuestros hermanos que yacen al borde de las calles y las plazas del mundo muriendo de hambre o desnutridos, nos compadecemos y les ayudamos.

En este sentido, Gandhi escribió: "Os daré un potente talismán. Antes de tomar una decisión importante, representaos ante vosotros al hombre más pobre y más necesitado que hayáis visto. Dejaos impresionar por él y preguntaos: ¿cómo, en qué grado, de qué manera esta decisión que tomaré afectará la suerte de este pobre ser humano? Realmente, todas nuestras decisiones inciden de alguna manera en el resto de la familia humana.

Así va creciendo una conciencia solidaria. El Papa, que ha sido llamado el Papa de la alteridad, está haciendo mucho para que nos sintamos interpelados por el rostro del otro, y especialmente por el rostro del pobre. Él clama contra la globalización de la indiferencia y nos invita a sentir como propias las injusticias y las violaciones de los derechos humanos cometidas en países lejanos que nunca visitaremos.

En el fondo de la problemática del hambre está el sentido universal de los bienes materiales y de la propiedad privada. La propiedad privada no anula que la tierra esté destinada originalmente al conjunto de la humanidad. El destino universal de los bienes continúa siendo primordial. El Señor ya nos da la tierra para todos. Es necesario que nosotros repartamos mejor sus frutos.

  Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona