Una alternativa a la crisis


PALABRA Y VIDA (Domingo, 28/07/2013)

En las Jornadas organizadas por Cáritas Diocesana de Barcelona el pasado mes de mayo sobre "Las voces de la Iglesia en tiempos de crisis", no sólo se quiso hacer un diagnóstico realista, sino también proponer algunos caminos para una posible terapia. Es preciso escuchar todas las voces para acertar. Nos va mucho en ello tanto en el presente como en el futuro inmediato.

Las voces de la Iglesia en estos tiempos de crisis económica y financiera nos dicen que en  el fondo hay una crisis de valores y de fe. Se han olvidado los grandes valores humanos --muchos de los cuales tienen unas raíces cristianas- del compromiso, la honestidad, la honradez, el bien común de la sociedad por encima de los intereses propios, el esfuerzo, la austeridad, etc.

Este hecho es el que ha engendrado los sufrimientos actuales. Y la crisis debería servir para poner las condiciones que impidan recaer en ella. Poca cosa habremos aprendido si no aprovechamos las lecciones que nos pueda dejar.
Es una crisis de valores, sin duda. Pero también es una crisis de fe. Cuando las personas abandonan a Dios se pierden a sí mismas. Cuando quieren construir una sociedad sin Dios, acaban deshumanizándose porque olvidan la gran pregunta de Dios a Caín, que atraviesa toda la historia humana: "¿Qué has hecho de tu hermano?"

Por esto, a pesar de la crisis actual, ésta puede ser un anuncio y una invitación a la esperanza si ponemos por nuestra parte todo lo que podamos para superarla, y lo hacen también los políticos, las instituciones humanitarias y religiosas y toda la sociedad civil. Las palabras y los gestos del papa Francisco --que estos días hemos escuchado de una manera especial en su viaje a Brasil- han suscitado una ilusión que ha de ser un activo no sólo para los católicos sino también para toda la sociedad actual.

Una trabajadora social lo expresó con una claridad que me impresionó: "Hay alternativas económicas que permiten generar lugares de trabajo y abrir canales de participación, pero es necesaria la implicación y el compromiso de todos, y esto no nos lo darán sólo las soluciones técnicas, si éstas no van acompañadas de un fuerte impulso ético". Es preciso superar la actual precariedad del discurso ético, que tan nefastas consecuencias ha tenido para toda la sociedad. 

Las voces de la Iglesia en este tiempo de crisis han de centrarse en la proclamación y difusión de la doctrina social de la Iglesia, que puede ser una buena alternativa a la crisis económica y financiera que estamos viviendo, y una garantía para que, una vez superada, no volvamos a recaer en ella. El cardenal Renato Raffaele Martino, que participó en las Jornadas celebradas en Barcelona que he mencionado al comienzo y ha sido el artífice del libro Compendio de la Doctrina Social, afirma, con un cierto sentido del humor, "que la doctrina social es el secreto más bien guardado por la Iglesia". 


+ Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona