Del 24 al 26 de mayo el Papa hace una peregrinación a Tierra Santa. Este viaje apostólico se realiza en conmemoración de los 50 años de la famosa peregrinación de Pablo VI a Israel y Palestina en enero de 1964, durante la celebración del Concilio Vaticano II.
De todos los actos realizados por el Papa en aquel viaje memorable, el más recordado fue el encuentro y el abrazo de Pablo VI y el anciano patriarca Atenágoras de Constantinopla en la Delegación vaticana de Jerusalén.
Fue un momento histórico, y hoy podemos decir que fue un verdadero acontecimiento ecuménico. Terminó una época y empezó una nueva. Desde entonces, las Iglesias ortodoxas de Oriente y la Iglesia católica -y en general todas las Iglesias y confesiones cristianas- se han sentido más hermanadas, más abiertas al diálogo y a la colaboración, más respetuosas unas de otras. Un primer fruto de ese nuevo clima se vio cuando, un año después, durante la ceremonia de clausura del Concilio, fueron levantadas las excomuniones mutuas que se habían lanzado Roma y Constantinopla.
Para revivir aquel encuentro de Jerusalén, el papa Francisco decidió hacer la actual visita a Tierra Santa. Amman, Belén y Jerusalén son las tres etapas de este viaje a Jordania, a Palestina y a Israel. Durante su estancia en la Ciudad Santa, el Papa tiene previsto un encuentro con el patriarca ecuménico, Bartolomé I, en la sede de la Delegación apostólica del Vaticano con la firma de una declaración conjunta. Después habrá un encuentro ecuménico en la Basílica del Santo Sepulcro.
Al día siguiente, último día de la visita, el Papa tiene previstos unos actos especialmente significativos en el campo de las relaciones interreligiosas, con la visita al muftí de Jerusalén sobre la explanada del Templo, la visita al Muro de las Lamentaciones, el encuentro con los principales rabinos y la visita al museo del Holocausto; y con el encuentro con el presidente y el primer ministro de Israel, como también se habrá reunido en Amman con los reyes de Jordania y en Belén con el presidente de la primera autoridad de Palestina.
En una perspectiva de peregrinación religiosa, en Jordania, Francisco tiene programada la visita al lugar del bautismo de Jesús, en la orilla del río Jordán, y un encuentro con refugiados y jóvenes discapacitados. En Belén, una misa ante la basílica de la Natividad. Y durante la estancia en Jerusalén, una oración en Getsemaní con sacerdotes, religiosos y seminaristas, y una misa en el Cenáculo, el lugar donde Jesús instituyó la Eucaristía.
Se trata de un viaje breve, intenso, lleno de dificultades y también de esperanzas, porque los problemas de la zona son graves y las necesidades urgentes. El Papa pide a menudo que recemos por él. Me parece que especialmente estos días debemos acompañarlo con nuestra oración y con nuestra confianza en los resultados sobre todo para la paz en toda la zona visitada.
† Lluís Martínez Sistach
Cardenal arquebisbe de Barcelona